En los años que llevo viviendo el roverismo siempre me he planteado, de alguna u otra manera, las posibles interpretaciones que tiene el escultismo y en qué medida Inti Raymi daba cobijo a la variedad. Se convirtió en una lucha de un grupo de personas, firmes convencidos de que un scout debía posicionarse ante las cosas y que esa posición debía de ser cerca de los más desfavorecidos. Pero en este andar he compartido muchas vivencias y experiencias junto a personas que no tienen esa misma visión o cuya interpretación de la misma se manifiesta de forma diferente.
Cuando va quedando poco tiempo para mi despedida del movimiento scout y la cuenta atrás parece irremediable, me sigo planteando las mismas cuestiones. ¿Hasta qué punto las cosas son relativas?, ¿hasta dónde valen las mismas?, ¿vale todo o hay limites?. Evidentemente, hay límites, todo no vale, pero ¿dónde y quién/qué marca ese límite?
Las respuestas a esas preguntas me la enseñaron dentro de este grupo, pero dentro de este mismo grupo a otras personas les enseñaron otras respuestas. Entonces ¿cuáles son las verdades del barquero? Difícil pregunta. La respuesta se debe enseñar desde dentro, pero cada vez veo la respuesta más difuminada y cada vez más me cuesta seguir luchando en una guerra que siento perdida.
Son pocas las flechas que me quedan en mi carcaj, aunque las sigo tirando a conciencia, sin desaprovecharlas, pero son muy pocas. Lo peor de todo es que miro a mi alrededor y no hay mucho más apuntando al hombre blanco que viene a adueñarse de las tierras libres, sólo algún que otr@ loc@, algunos lanzándose a pecho descubierto, otros escondidos tras alguna piedra, esperando la ocasión.
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