Este es un espacio de reflexión personal. Quiero compartir lo que siento y pienso, el momento vital en el que me encuentro en cada momento.
No creo en estos espacios como medio de darse a conocer, pero en un momento social en el que percibo que a pocos les importa lo que le pase a cada uno, creo que es una buena herramienta para que aquellos que se interesen en otros y, en este caso, en mí, puedan saber algo más y les sirva de trampolín para que iniciemos una conversación.

jueves, 3 de junio de 2010

EL LOBATO PIENSA PRIMERO EN LOS DEMÁS

Comienzo esta carta diciendo que la hago desde el cariño a Inti Raymi, desde un fuerte aprecio por cada uno de ustedes y desde una reflexión derivada de una forma de vida, de una actitud social y de un compromiso que supera lo individual, básicamente, desde lo que me enseñó Inti Raymi. Siempre he pensado, desde que llegué al Clan Himalaya y decidimos que sería responsable de manada en mi primer año, que lo más importante era dar ejemplo. Así, en aquel año 2001 ya me preocupaba por cruzar siempre con el semáforo en verde porque en San Pagés había muchos lobatos que podían verme, me replanteé mi relación con la única droga que tomaba y no en grandes cantidades, el alcohol, o me cuestionaba la idoneidad de ser seguidor de un equipo de fútbol. En mis planteamientos siempre estaba el ser coherente, no sólo parecerlo, sino serlo. Fueron tiempos en los que reflexioné mucho acerca de por qué estaba en Inti Raymi y sobre el Escultismo. Es lo que tocaba. Nadie llega a Clan teniendo claro lo que se quiere, porque la llegada no es el momento de nadie, el momento es cuando se está. Y es entonces cuando tomo la verdadera decisión de creer en el Escultismo, del Escultismo interpretado desde Inti Raymi. Así, había dos maneras de poder conocerlo y asumirlo. La primera, darle importancia a las reuniones de Penacho Blanco. Tenía una fe ciega en Domingo, nuestro responsable. Sabía que lo que nos decía no era una opción personal, quien nos hablaba era Inti Raymi. Domingo nos contaba lo que antes él había aprendido de otras personas, quienes habían aprendido de las anteriores, sucediéndose así las generaciones que han conformado éste, nuestro grupo scout. Me quise empapar de Inti Raymi; las reuniones de Penacho Blanco se convertían en un espacio mágico, un pseudocampamento en las que las energías de aquellos que formábamos parte de ese equipo confluían para hacer de nuestro grupo algo especial para nuestros niños. Gracias al Penacho Blanco, a nuestro interés en conocer Inti Raymi desde ese lado tan complejo como es el Clan y el Servicio, conseguimos obtener una identidad de Grupo Scout, más allá que la de Penacho Blanco, o la de la rama en la que estuviésemos. Nos importaba Inti Raymi, nos dolía Inti Raymi y lo que nos movía a actuar era Inti Raymi. La segunda manera de conocer Inti Raymi; de ser Inti Raymi, era trabajar, era la dedicación, era el esfuerzo, era la entrega, porque Inti Raymi, lo que tenía de diferente del resto de grupos scouts era sencillamente eso, la entrega, una entrega derivada del amor, por unos niños, por unos compañeros, por un grupo. Y de esa entrega han nacido grandes proyectos educativos, grandes movimientos sociales, grandes reflexiones, enormes decisiones, gracias a ese amor, Inti Raymi ha estado a la vanguardia de la educación, por eso era diferente de los demás. Allí donde otros veían una acción educativa centrada en la intervención lúdico – educativa con los niños en unos momentos concretos, desde Inti Raymi se potenciaba la entrega y la dedicación personal. La coherencia diaria era lo que llevaba a que los niños aprendieran, porque veían que sus responsables se creían lo que les contaban en las reuniones, en las pruebas o en los campamentos. Y así conocí a Inti Raymi.

Hoy me llega, me dicen, me cuentan que Inti Raymi tiene que cambiar, que se tiene que adaptar a los nuevos tiempos. Se alega a unas necesidades personales, basadas en el individuo para intervenir en esos cambios. Yo siempre pensé que el grupo debía cambiar. En Penacho Blanco promovimos muchos cambios, en Penacho Rojo, algo menos, pero se promovieron, y formar parte del Consejo Róver me ha posibilitado vivir una constante de experiencias muy enriquecedoras en las que el análisis y las propuestas de cambio siempre han estado al orden del día. Siempre he considerado que aquello que no funciona debe cambiar, por ello siempre he estado en búsqueda de cambios, porque Inti Raymi me enseñó aquello de la crítica de la eficacia y la eficacia de la crítica. Y tengo que decir que Inti Raymi en esto también tiene razón. Pero los cambios que siempre he promovido, los cambios que siempre hemos promovido han partido de un análisis de origen colectivo. ¿Qué es lo mejor para nuestro grupo, para nuestros niños? Y la respuesta era perseguida aunque eso supusiera un mayor esfuerzo para el Clan. ¿Qué digo aunque supusiera un mayor esfuerzo?, lo que significaba mayor dedicación y entrega era por lo que apostábamos porque entendíamos nuestra felicidad en darlo todo por el colectivo. Y es por esto por lo que le he puesto este título a mi reflexión: “El lobato piensa primero en los demás”. ¿Cómo podemos decir o pensar que hay aspectos relativos en Inti Raymi cuando están tan claros en el Escultismo en general? Piensa primero, señores, piensa primero en los demás. Y aquellos o aquellas quienes no se crean esta película, tienen todo el derecho del mundo a no creer, pero no tienen derecho a generar, a pedir o a crear precedentes contrarios a esta idea. No tenemos derecho a buscar que el Grupo Inti Raymi cambie una de sus ideas básicas en pos de los intereses individuales. Por ello, cuando dejamos de asistir a actividades habitualmente me duele en el alma. No entiendo que se falte a marchas, a trimestrales, a arreglos de tiendas, a campañas al exterior, a actividades propuestas por nuestros niños, al igual que no entiendo, que si Inti Raymi es un Grupo, un Grupo Scout, con el que supuestamente nos sentimos identificados, tengamos abandonados los cargos o, en el mejor de los casos, estemos haciendo un trabajo mediocre. Al igual que tampoco comprendo que si estamos en un grupo que tiene a sus espaldas 41 años, no le demos importancia al aparato que nos facilita comprenderlo, que es el Penacho. Pero si hay algo que no entiendo, que me duele especialmente y que criticaría en cualquier ámbito en el que estuviera, aunque no tuviera nada que ver con el Escultismo, es el desagradecimiento. No entiendo cómo habiendo personas que vienen expresamente a formarme a mí, que ocupan tiempo de sus vidas para programarme un temario y unas reuniones, para evaluarme para que yo mejore, cómo viendo claramente que me están sirviendo a mí, puedo faltar a las citas semanales con el Penacho, cómo puedo hacerlo sin ni siquiera avisar, cómo puedo cuestionar la idoneidad de la persona que me da Penacho porque, como cualquier persona en el mundo, haya tenido y tenga sus limitaciones personales. No lo entiendo, y a lo mejor, o soy muy tonto o muy torpe o no lo quiero ver, pero es que no lo entiendo. No entiendo que se pueda cuestionar unas referencias que se parten la cara por el Grupo, que dedican su tiempo y su alma. Y ese desagradecimiento a tantos años de dedicación, me duele muchísimo.

El grupo siempre nos enseñó a partirnos la cara por los demás, a sacrificar parte de nuestro bienestar si eso supone un bien común, o un bien para otros. Y esto no está reñido con tener un equilibrio en nuestras vidas. Evidentemente, tampoco sería muy scout basar nuestra vida en el otro y abandonarnos a nosotros mismos. Ya lo dice un principio scout, nuestro deber empieza por casa, necesitamos tener nuestra vida estable para poder hacer una entrega más útil al resto de personas. Pero cuando hablo de equilibrio, hablo de que Inti Raymi no quiso para nadie su abandono por el resto, pero tampoco quiso que el servicio empezara justo detrás del yo. Hay muchas maneras de sacrificarnos, siempre podemos esforzarnos en dormir un poco menos una semana en la que coincida marchas y exámenes, siempre podemos salir hasta menos horas para poder tener más tiempo operativo de estudio el fin de semana y poder asistir, así, a ciertas actividades que se plantean en el grupo... no sé, siempre he visto que existen muchas fórmulas para poder tener nuestra vida en equilibrio con un servicio entendido desde Inti Raymi, un servicio que se viene transmitiendo de generación en generación y que nadie tiene derecho a distorsionar por un concepto personal. Con todo esto no quiero que nadie piense que creo que hay una única verdad absoluta. Como prueba de ello, existe una larga lista de personas a quienes he propuesto para investirse penachos rojos y rovers con quienes no coincido en los planteamientos escultistas. De verdad pienso que la variedad y la diversidad da una riqueza que un pensamiento único nunca podrá aportar, pero esa diversidad debe estar dentro de un amplio sendero que tiene que estar claramente delimitado, y es cuando nos salimos de esos límites que viene promulgando Inti Raymi cuando hago este llamamiento al Clan, porque el Clan es quien debe representar los valores de Inti Raymi, y por ello tiene que hacerlo desde una postura firme, desde una autocrítica fuerte. No vale representar a Inti Raymi desde una visión personal del servicio, que no esté dentro de ese amplio margen que nos propone.

Quiero finalizar esta carta al igual que la empecé. La hago desde el cariño a Inti Raymi, desde un fuerte aprecio por cada uno de ustedes y desde una reflexión derivada de una forma de vida, de una actitud social y de un compromiso que supera lo individual, básicamente, desde lo que me enseñó Inti Raymi.

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